(Munich - 1971) es hija de Gerhard y Helga Schmidt-Gaden. Recibió sus primeras enseñanzas vocales, como es obvio, en el Tölzer Knabenchor, donde entró a los siete años de edad. "Singen tua i da fei net ["seguramente no cante allí"]!" -decía por entonces. Su ingreso en el coro fue sólo para que aprendiera a leer partituras, pues llevaba estudiando violín dos años y aún tocaba de oído. Sin embargo se quedó. "Todos fueron como hermanos para mí" -afirma. Permaneció en el coro hasta 1986 e intervino en ese tiempo como solista en más de 40 producciones de La Flauta Mágica. Estudió idiomas, trabajó como asistente en el Tölzer Knabenchor y finalmente decidió dar cauce a lo que había aprendido estudiando canto. Comenzó en Ginebra con Ursula Buckel, después siguió en Berna y Mannheim con Elisabeth Glauser y Katharina Dau. Continuó en Nueva York, Bayreuth y Hannover. Ha sido premiada en varios concursos internacionales. Desde 2001 a 2007 trabajó en el conjunto solista del Teatro am Gärtnerplatz, precisamente donde había interpretado varias veces de niña su papel en La Flauta Mágica. Desde 2008 fue solista en el teatro de Oldenburg. También trabaja como concertista en España y el extranjero. Desde el verano de 2010 es artista autónoma. Papeles destacados: Rosina de "El barbero de Sevilla", Dorabella en "Così fan tutte", Hänsel en "Hänsel und Gretel", Charlotte en Werther, etc.
EN abril de este año, Barbara visitó por primera vez Andalucía. "¡Me encanta España y aún me encuentro con el pensamiento en la hermosa Andalucía!" -nos confiesa. La Redacción de este blog tuvo el privilegio de verla en Granada y, claro está, le solicitó una entrevista. Ella aceptó amablemente, lo que le agradecemos de todo corazón.
P.: -Ingresó Vd. al coro con siete años. Sin embargo, como hija de Gerhard Schmidt-Gaden, supongo que aprendió a cantar antes que a hablar... ¿Cuáles son sus primeros recuerdos de infancia relacionados con la música?
R.: -Mis padres tienen una grabación mía a la tierna edad de cuatro años. Ahí canto como primer, segundo y tercer niño a la vez ["La Flauta Mágica", N. de la T.], incluso canto las partes de la orquesta. Ni siquiera recuerdo cómo lo grabé. En este sentido acierta Vd. con su suposición.
P.: -¿De qué modo se graba en el carácter el ser hija de Gerhard Schmidt-Gaden?
R.: -En el caso ideal, todo padre influye a sus hijos con sus talentos especiales. Con respecto a mí, el maravilloso don de mi padre era acercar a los niños a la música. Por eso he llegado a ser cantante.
P.: -¿Sintió Vd. alguna vez el deseo de ser niño, "Knabe"?
R.: -No, ¡siempre me ha encantado ser "Knäbin"!
P.: -¿Cómo se encuentra una siendo la única niña en un coro de niños?
R.: -Singular, pero siempre formando parte de un gran conjunto.
P.: -¿Tuvo Vd. la sensación de que su voz sonaba diferente a la de los niños?
R.: -Debido al menor tamaño de la laringe, la voz de las niñass es necesariamente más débil; por eso tuve que practicar mucho para mantener la calidad de los niños.
P.: -¿De qué forma reaccionaron los otros chicos, los padres y el público en general ante Vd. como única niña?
R.: -Ni sufrí discriminación ni obtuve ventajas por ello. Llamaba la atención especialmente por el Dirndl (traje regional femenino). Un espectador me preguntó tras un concierto quién era la chica del coro...
P.: -¿Envidiaba los papeles solistas de sus compañeros, por ejemplo con Harnoncourt?
R.: -No: está documentado en la historia que antes sólo cantaban los niños. Entonces medio mundo tendría que sentirse discriminado. Sin embargo, con bastante frecuencia se daba la excepción de que cantase en conciertos algunas arias, de lo cual me alegraba muchísimo.
P.: -Vd. era una niña especial, gozó de una educación diferente, etc. ¿Cómo se compagina eso con el colegio y los amigos "normales"? ¿Se sintió alguna vez extraña? Por ejemplo, ¿cómo la consideraban en el colegio? ¿Qué hacían los profesores cuando se veía obligada a faltar con frecuencia debido a conciertos, viajes, etc.? ¿Resultaba muy estresante para Vd. aunar sus obligaciones académicas y las corales?
R.: -Por supuesto que tuve un status especial en el colegio. Hube de sufrir con frecuencia la envidia de mis compañeros igual que otros Tölzer que viajaban o cualquier niño que tenga una vida aparentemente privilegiada. Como obtenía buenas notas, los profesores estaban contentos. Claro que hubo épocas muy estresantes, por lo que se me perdonaba alguna que otra siesta durante las lecciones. No sé cómo hubiera sido de otro modo; me gustaba mi vida escolar tal como era, especialmente por los viajes con el coro.
P.: -¿En qué grabación discográfica o de vídeo ha intervenido?
R.: -Me acuerdo de algunas cantatas con Harnoncourt (a partir de la 137 más o menos), "Bergweihnacht", "Frühling, Sommer, Herbst und Winter" (estos dos últimos los grabamos en muy poco tiempo, ¡el coro estaba entonces en plena forma!), el cd con los cánones de Mozart y los motetes de Mendelssohn (en mi opinión uno de los mejores discos del coro). La grabación televisiva en Waldsassen con el Oratorio de Navidad; entonces casi sólo era figurante por ser demasiado pequeña, pero allí estaba. Y mi primera actuación televisiva fue en la celebración del octogésimo aniversario de Carl Orff. Tenía cuatro años y había de llevarle un ramo de flores ante la cámara y pronunciar las palabras "feliz cumpleaños". Lloré de nervios mientras caminaba y entregué el ramo a Orff con lágrimas. Él dijo solamente: "¿qué tienes que decir? ¿Feliz cumpleaños?". Bastó mi gesto afirmativo, yo seguía llorando.
P.: -¿Le imponían las cámaras?
R.: -Para mí era lo normal. Cuando me puse nerviosa fue como cantante adulta en mis primeras actuaciones en el teatro de ópera; entonces asumía yo toda la responsabilidad.
P.: -¿Qué viajes con el coro la han marcado más? ¿Hay anécdotas, experiencias que le gustaría compartir con nosotros?
R.: -El viaje a Japón fue impresionante, todos esos fans, ¡incluso nos dieron comics sobre el coro! Yo aparecía dibujada: una chica rubia de pelo rizado con su gato en los brazos. ¡Increíble! Cuando volví a casa tenía al menos diez amigas postales japonesas. Conservo una, vive en Munich desde hace veinte años y aún hoy sigue siendo una buena amiga.
Israel también me gustó mucho. Allí canté como tercer niño con la ópera de Colonia, El director de escena fue Jean-Pierre Ponnelle; su asistenta Jutta Gleue fue posteriormente directora de la escuela de ópera cuando yo estudiaba en la Escuela Superior de Música de Mannheim. Después los viajes con el coro, por ejemplo al magnífico anfiteatro de Cesarea. Y por supuesto mis largas estancias en Barcelona, Burdeos y Lyon, siempre con La Flauta Mágica, ¡y el Festival de Salzburgo! Ése era siempre el plato fuerte. Recuerdo que en un verano cantamos cinco producciones diferentes en el Teatro de Festivales. Estuvimos todo un mes alojados en Salzburgo. Y en una noche hubo dos representaciones simultáneas: "Carmen" en el teatro de Festivales e "Il ritorno d'Ulisse" en la Felsenreitschule. Entre el primer y el cuarto acto de "Carmen" fuimos rápidamente al "Ulises" y cantamos nuestra parte. Además nos alegrábamos siempre mucho del pollo de verdad que nos daba Papageno después de nuestra segunda actuación, detrás del escenario.
P.: -¿Se sentía presionada, como si tuviera que mantener un determinado nivel?
R.: -Naturalmente se necesita una cierta presión para mantener un nivel. En el coro aprendí la disciplina y profesionalidad necesarias para poder enfrentarme hoy al escenario como solista. Estoy muy agradecida por ello. El perfeccionismo que se ha conocido en la infancia le queda necesariamente al adulto en su vida profesional.
P.: -¿Sintió alguna vez que, por causa del trabajo, sus padres le dedicaran poco tiempo?
R.: -Desde que nací he estado con mis padres, bajo el piano o junto a él. ¡Ni siquiera fui a la guardería! Y a los otros chicos del coro los consideraba como hermanos. ¿Quién tiene una familia tan grande?
P.: -¿Cómo era su relación con los otros coralistas? ¿Notaba un trato especial por ser la hija del director?
R.: -Indiscutiblemente representa una posición especial el ser hija del director. Sin embargo, mi padre nunca me ha dado un trato privilegiado. También yo tenía que calentar antes de cada concierto y demostrar que podía hacer bien mis partes. Aún hoy conservo muchos contactos con mis compañeros coralistas de entonces -era una época especial que a todos nos unió-. Puesto que mi cambio de voz no fue tan abrupto como el de los niños y por así decir estuve en el coro desde mi nacimiento, he conocido a muchas generaciones de cantores. Algunos ejemplos: con Allan Bergius tuve hace poco un concierto en Munich -él como director de orquesta- y Christian Fliegner cantó junto a mí como tenor. Además estamos trabajando en la realización de un concierto común con el coro de hombres del Tölzer Knabenchor. Stefan Rampf fue mi compañero de escenarios durante seis años en el teatro am Gärtnerplatz de Munich. Helmut Wittek, que ahora es ingeniero de sonido, grabó en varias ocasiones mis recitales de Lieder...
P.: -¿Le supuso un trauma dejar el coro?
R.: -Claro que es una gran cesura en la vida: de pronto ya no hay más viajes, más conciertos. El coro fue como una familia para mí, me entristeció mucho. Es un gran problema para los coros de niños y sus jóvenes cantantes: que sencillamente todo se acaba y uno no sabe qué hacer. Aunque en mi caso el cambio de voz no fue tan terrible, resultaba obvio que no podía volver al coro como voz masculina.
P.: -¿Tuvo siempre claro que quería ser cantante en el futuro?
R.: -¡Por supuesto que no! Sólo a los 21 años me vino la idea de que había aprendido mucho sobre música y canto y podía aprovecharlo. Mientras estudiaba italiano y francés y enseñaba en el Tölzer Knabenchor me fui a Ginebra con Ursula Buckel. Mi padre hablaba siempre bien de ella, a menudo dieron conciertos juntos. Al principio no me quisieron admitir porque "me faltaba el vibrato", eso decía el Jurado. A pesar de ello me aceptó Frau Buckel y me las tuve que arreglar en un "nuevo mundo sonoro" de la voz adulta que fuera capaz de sobrepasar a una orquesta sinfónica. Lo del vibrato es una cuestión de estilo. En mi opinión, cada cantante ha de ser capaz de controlar su vibrato, sólo así se domina la voz.
P.: -¿Tuvo ventajas en su carrera de cantante gracias a su formación en el Tölzer Knabenchor, resultaba todo más sencillo?
R.: -Las ventajas que encuentro son: seguridad musical en el escenario, buena capacidad de reacción, rápido aprendizaje de las obras y sus partes, buen oído y disposición para trabajar en equipo.
P.: -¿Cuándo cantó "La Flauta Mágica" por primera vez, como Knäbin? ¿Cuántas interpretó en su niñez? ¿Cómo fue el cambio de Knäbin a Dama?
R.: -El 10 de mayo de 1981 fue mi primera actuación de La Flauta Mágica en el Teatro Am Gärtnerplatz (ver foto), con Allan Bergius como soprano y Gregor Lütje como mezzo. La Pamina de entonces participó veinte años después en mi actuación de "Hänsel y Gretel" como Bruja; en el mismo teatro, donde fui miembro del conjunto solista durante seis años. El 10 de mayo de 2011, es decir, treinta años después de mi primera actuación, interpreté allí "Pierrot Lunaire" de Schönberg. Como Knabin canté más de cuarenta veces: en Munich, Salzburgo, Lyon, Burdeos, Barcelona y Tel Aviv. El cambio de tercer niño a segunda dama se produjo sin problemas; fue una hermosa evolución.
P.: -¿Con qué directores trabajó más a gusto durante su infancia? ¿Qué recuerda de ellos? ¿Y con qué otros músicos? Cantantes, instrumentistas...
P.: -¿Qué se siente al trabajar con tales celebridades siendo tan joven?
R.: -De niño uno no piensa en lo que significa ser tan gran músico ni en cómo actuar ante ellos. La ingenuidad infantil es una gran parte del encanto que poseen los niños solistas: ¡era simplemente así y resultaba completamente normal!
P.: -¿Por qué cree que muchos directores en la actualidad no quieren a niños, o a niños solistas? EN su opinión, ¿por qué reciben críticas al respecto? Por ejemplo Harnoncourt, que hubo de sufrir bastantes y que ahora no trabaja ya con niños.
R.: -Ésa es una cuestión que tendría que preguntar Vd. a los directores, no tengo ninguna opinión al respecto. Quizás sea una cuestión de coste en tiempos de ahorro; quizás nadie se toma la molestia de formar a niños que respondan a las exigencias musicales de los adultos... Tal vez no esté ya nadie preparado para invertir el tiempo en un pequeño artista cuya carrera está muy limitada.
P.: -En febrero de 2005 cantó Vd. por primera vez como adulta junto a su padre. ¿Qué sintió? ¿Como si no hubiera pasado el tiempo?
R.: -Por desgracia es muy extraño que cante hoy día bajo su dirección; pero cuando ocurre es como un volver a casa, a las raíces; con toda la alegría y la emoción que supone a cada niño encontrar como adulto a los padres a su nivel.
P.: -¿Qué piensa del futuro del Tölzer Knabenchor? ¿Mantendrá en su opinión la misma calidad, la misma preparación de los niños como solistas, el mismo compromiso con la música antigua y el sonido original?
R.: -Lo particular de este coro es que la música tradicional y la música antigua tienen la misma calidad; se complementan, por así decir; y que el delicado sonido del conjunto se reconoce enseguida (yo enciendo la radio y sé inmediatamente cuándo oigo al Tölzer Knabenchor. Esto ha de mantenerse, en mi opinión. Mi padre no podrá dirigir el coro eternamente. Estoy firmemente convencida de que resulta dificilísimo mantener y desarrollar la gran obra vital de un hombre tan comprometido como mi padre. Para ello se necesita a un músico visionario y fuerte que tenga sus propias ideas. Igual de difícil es para mi padre dejar esta obra vital y depositarla en otras manos.
P.: -Si tiene hijos, ¿los enviará al Tölzer Knabenchor?
R.: -Por supuesto, si ellos quieren.
P.: -¿Qué sueños le quedan a Gerhard Schmidt-Gaden con su coro? ¿El Metropolitan? ¿Una grabación determinada? R.: -Quizás tenga Vd. suerte y mi padre pueda responderle personalmente la pregunta. Sin embargo, una persona lista conserva sus sueños más hermosos para sí y se alegrará si algún día llegan a ser verdaderos.
Vielen Dank, Frau Schmidt-Gaden, für Ihre Aufmerksamkeit und Ihre Zeit.