El pasado día 23 tuve la inmensa suerte de presenciar un bellísimo concierto enmarcado en el festival de música antigua de Innsbruck. Se celebró en Stams, un pueblecito cercano a la capital tirolesa. La abadía benedictina de Stams es el monasterio más antiguo de Austria, fundado en el siglo XIII.
El programa se titulaba "Himmlische Chöre ["Coros celestiales"]", presentación adecuadísima porque los oyentes, transportados por tan inmenso placer, creímos hallarnos en un paraíso donde sólo tiene cabida la belleza más exquisita.
En la primera parte se nos ofrecieron motetes de la Geistliche Chormusik y el pequeño concierto espiritual "Eile mich, Gott, zu erretten" de Heinrich Schütz. Por desgracia, estas colecciones se interpretan raramente en conciertos; se las estima poco, no son comprendidas por el gran público. Me resulta extraño, pues se trata de piezas bellísimas en extremo, expresivas, delicadas... Schütz las escribió en una época bastante difícil, durante la Guerra de los 30 años. Por entonces trabajaba como maestro de capilla en la corte de Dresde y las circunstancias del periodo provocaron que dispusiera de un número muy reducido de instrumentistas y cantantes que además trabajaban sin ser pagados. Estas limitaciones, sin embargo, hicieron que la música fuese aún más intensa.
El coro estaba formado por 22 niños (sopranos y altos) y 15 jóvenes (tenores y bajos), más órgano y violone. El órgano lo tocó Christian Brembeck; el acompañante en nómina. Bueno, tendría que decir los órganos, porque había uno para las piezas de Schütz y el primer motete de Bach afinado en La 465 y otro para "Singet dem Herrn ein neues Lied" en 415. Como sabéis, el temperamento y la estandarización de las afinaciones se introdujeron ya posteriormente.
Daniel y Ferdinand.
Al violone (a los violones, también dos) estuvo Werner Mayer y Gerhard Schmidt-Gaden se encargó de la dirección. Toda una suerte, porque su sello es indiscutible y se notó desde el principio: esa claridad, esa limpieza, la nítida pronunciación, el empaste tan absoluto. Quien cante en un coro sabrá hasta qué punto es complicado que las consonantes finales suenen a la vez. Aquí sí ocurría: una sola t, una sola k... Concretamente recuerdo un "Werk" que me marcó [en "Die Himmel erzählen die Ehre Gottes"]. Y los crescendi, partiendo de un piano delicadísimo y empleando un hermoso y transparente vibrato: ¿Cómo puede lograrse algo así? Todo ello sonaba empastado, como si sólo estuviese cantando una voz. Resulta increíble, porque luego cada miembro por separado, como solista, tiene su personalidad propia, su timbre característico. Un ejemplo de estos crescendi se encuentra en el motete "selig sind die Toten ["Bienaventurados los muertos"]". Varias veces se repite el mismo esquema en la frase "Sie ruhen ["Ellos descansan"]". La primera nota de la palabra "Ruhen" comienza en pianísimo y va ascendiendo poco a poco, expandiéndose, para luego disminuir en el descenso de segunda mayor; esto de un modo tan delicado...
Partitura: Eile mich, Gott, zu erretten.
Estamos ante una petición de ayuda a ese dios libertador, un grito desesperado que al final se torna más tranquilo. Daniel tiene una voz perfecta: fuerte, llena de expresividad, con una técnica absolutamente depurada. Se caracteriza por un hermoso, delicado vibrato y por un timbre clarísimo. Ha comprendido a la perfección este fragmento schütziano: gracias a su prodigiosa capacidad expresiva somos capaces de sentir ese miedo y esa angustia del suplicante. Al final introduce una ornamentación muy usada en la época, justo sobre la palabra "Verzeuch" de la frase "Mein Gott, verzeuch nicht ["Dios mío, no vaciles"]".
La segunda parte fue más breve, integrada sólo por dos motetes para doble coro de Bach: "Ich lasse dich nicht, du segnest mich denn ["No te dejo si no me bendices"]" y "Singet dem Herrn ein neues Lied ["Cantad al Señor un cántico nuevo"]". El primero estuvo atribuido largamente a su tío Johann Christoph, pero en realidad fue compuesto por Johann Sebastian en el periodo de Weimar. Es precioso el diálogo inicial entre ambos coros y el coral de la segunda parte arropado por las demás voces en contrapunto.
En cuanto a "Singet dem Herrn ein neues Lied", constituyó el otro punto álgido de la velada: ¡qué energía desbordaba, cómo se aprecia el gozo de estos niños por el canto! Bach hubiese estado sin duda muy feliz de oír ese cántico nuevo con aquellas voces celestiales. El motete es muy complejo, pero este coro lo domina; las versiones que he oído con él son con mucha distancia las mejores. Los solistas en "Gott nimm dich ferner unser an" lo hicieron magníficamente bien, claro está; Daniel Krähmer fue el soprano y Ferdinand Lutz el alto. En "Alles, was Odem hat" empezaron los cuatro solistas, no lo había oído antes así. También en muchos fragmentos de los motetes de Schütz se empleaba a un solo miembro por cuerda.
Como propina interpretaron el jodel "Gott hat alles recht gemacht". Fue conmovedor en aquel marco: una abadía antigua rodeada de montañas y naturaleza, en el corazón del Tirol... Resumiendo, una experiencia inolvidable. Espero vivir pronto otro concierto de este excelente coro.
Pude saludar a Gerhard y Helga Schmidt-Gaden y compartir algunos momentos con otros fans de Munich, amigos míos y excelentes personas.
Animo a todos los lectores a que, cuando puedan, hagan alguna escapadita para ver a los Tölzer en directo. Os lo aseguro, no lo olvidaréis jamás.
Himmlische Chöre
Tölzer Knabenchor, Werner Mayer (Violone), Christian Brembeck (Orgel), Gerhard Schmidt-Gaden (Musikalische Leitung)
Heinrich SCHÜTZ (1585 –1672)
Motetten aus „Geistliche Chor-Music“:
„Tröstet, tröstet mein Volk“ SWV 382
„So fahr ich hin zu Jesu Christ“ SWV 379
„Verleih uns Frieden genädiglich“ SWV 372
„Gib unsern Fürsten“ SWV 373
„Die Himmel erzählen die Ehre Gottes“ SWV 386
„Selig sind die Toten, die in dem Herren sterben“ SWV 391
„O lieber Herre Gott, wecke uns auf“ SWV 381
„Das ist je gewisslich wahr und ein teuer wertes Wort“ SWV 388
„Die mit Tränen säen, werden mit Freuden ernten“ SWV 378
„Ich weiß, dass mein Erlöser lebt“ SWV 393
Teile aus „Kleine Geistliche Conzerte“
Johann Sebastian BACH (1685 –1750)
Motetten „Ich lasse dich nicht, du segnest mich denn“ BWV Anh. 159
„Singet dem Herrn ein neues Lied“ BWV 225